martes, 27 de enero de 2009

NORMAS DE CONVIVENCIA



Cada sociedad tiene establecido su propio código de normas y reglas que la rigen a lo largo del tiempo, y aunque hay un proceso evolutivo dentro de esa sociedad, los cambios son relativamente lentos. Este código de normas es arbitrario y válido para esa sociedad, pero pueden no serlo para otra, la cual tendrá su propia moral, ya que una sociedad no puede subsistir sin la existencia de algunas reglas mínimas que ayuden a los seres humanos a convivir.
Además de las normas sociales, hacia el interior de la familia se perfilan sus propios patrones morales. De ahí se desprende que cada niño y cada niña se desarrollan dentro de un contexto social y familiar que les impone a lo largo de sus vidas una normatividad a la cual deberán adaptarse.
La microsociedad que representa la familia, tiene su propio sentido de lo que es bueno y lo que es malo, y esto va desde cosas tan evidentes como el tipo de alimentación, hasta sutilezas pocas veces mencionadas como la diferencia entre dejar las puertas de las habitaciones abiertas o cerradas, determinando con ello patrones de comportamiento sui géneris en cada grupo familiar.
Con ello el niño aprende de la convivencia y sabe hasta dónde puede llegar. Éste es un aprendizaje que se da desde el inicio de la vida, cuando se establecen las pautas de comunicación entre la madre y el hijo, y se va enriqueciendo con los otros miembros de la familia que marcan al pequeño con su propia idiosincrasia y filosofía de vida.
Así el niño queda dotado íntimamente con las reglas de una moral establecida; de lo que son conductas buenas y malas hacia los seres de su propio grupo, pero que pueden ser una fuente de prejuicios para tratar a personas de otras culturas.

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